Aproximadamente 3 de cada 10 accidentes de tránsito se producen por la somnolencia o sueño al volante. Su causa es variada, pudiendo ir desde un ritmo de vida agitado, donde hay que madrugar mucho, hasta un trabajo muy demandante que implica quedarse hasta más tarde. Como sea, se trata de un riesgo real que se concreta en cosa de segundos y que puede evitarse con algunas sencillas medidas.
Puede parecer obvio, pero lo más importante es dormir bien cada noche, con el tiempo que se necesite para sentirse reposado. Si bien depende de cada persona, lo ideal es descansar entre 7 y 9 horas. Ahora, si el viaje que realizaremos es más largo de lo habitual, quizás sería recomendable extender este momento de relajo para poder sentarse al volante en las mejores condiciones posibles.
Hay que poner mucha atención a los medicamentos que se están utilizando, ya que algunos podrían provocar somnolencia. Tal es el caso de los antihistamínicos, relajantes musculares, antidepresivos u otros. Es útil leer las indicaciones de cada remedio y/o consultar al médico al momento en que los receta. Si la somnolencia es demasiada, lo mejor es evitar conducir mientras dure el tratamiento.
Lo mismo sucede con algunas sustancias ilícitas como las drogas o el alcohol, de hecho, la ley es bastante dura respecto al manejar en estado de ebriedad. Pero más allá de la normativa legal, lo cierto es que este tipo de estupefacientes limitan la capacidad de los sentidos, agudeza visual y capacidad de reacción.
En la confianza está el peligro
El rey de los consejos es “no confiarse”, ya que si aparecen los primeros signos de somnolencia –picor de ojos, bostezos- es importantísimos no dejarlos pasar y escuchar al organismo. Podemos abrir la ventana para que entre aire, subir el volumen de la música, pero nada podrá vencer al sueño si se está muy cansado. Ante ello, mejor detenerse y evitar un accidente que podría ser fatal.